Cabanillas procede del diminutivo medieval con el que se nombraban a las cabañas rústicas en las que se resguardaban los pastores. Sin embargo, de forma más concreta, el nombre de Cabanillas también puede interpretarse desde una vertiente geográfica, ya que dicha localidad se extiende en el término en el que los lugareños dedicados al pastoreo tenían sus citadas cabañas. Mientras, el apellido del Campo equivale al emplazamiento de Cabanillas en la sexma del Campo, dentro de la comunidad de villa y tierra de Guadalajara.

De hecho, pese a no conservar muchos datos, sí que se conoce la existencia de esas pequeñas agrupaciones de cabañas desde el siglo IX. Ya en el siglo XI, Cabanillas pasó a formar parte del Común de la villa de Guadalajara tras la conquista cristiana de Álvar Fáñez, que estaba al servicio del rey Alfonso VI, y continúa sirviendo como refugio de pastoreo en la Campiña hasta el siglo XV. En 1432, Cabanillas, junto con otras aldeas, pasa a manos del Marqués de Santillana, que las recibe del rey Juan II de Castilla como contraprestación a sus servicios en la guerra frente a los infantes de Aragón. Mientras, en 1502, Pedro Hurtado de Mendoza, hijo del Marqués de Santillana, fundó en Benalaque, un lugar próximo a Cabanillas, un convento dominico. No obstante, ya en 1627, el pueblo de Cabanillas compra la jurisdicción de villa a Felipe IV y en 1873 se le incorpora el lugar de Valbueno. A lo largo de su historia, Cabanillas se ha caracterizado por su condición agraria, si bien desde la década de los noventa del siglo XX, la localidad se ha convertido en una pequeña ciudad industrial.

Cabe destacar también las tres fiestas de arraigo que se celebran en la villa. Primero, el día 3 de febrero, los cabanilleros rinden pleitesía a San Blas, patrón del municipio. Mientras, el día 4 de mayo es la fecha conmemorativa de la Fiesta del Santísimo Cristo de la Expiración, que recuerda un acontecimiento acaecido en 1857 cuando una plaga de langosta estaba destrozando los cultivos y los vecinos decidieron sacar al Santo Cristo en procesión. Por último, sus fiestas populares se celebran en la tercera semana de julio y destacan por sus festejos taurinos y musicales.

La descripción del escudo heráldico que representa al municipio, aprobada en Pleno y consultada con dos especialistas en heráldica, reza lo siguiente: “Escudo español en campo de sinople, una torre eclesial de oro, sobre ondas de plata y azur, acompañada en el cantón superior diestro de la Cruz de la Orden de Santo Domingo (Cruz floronada, cuartelada de sable y plata).  Al timbre, corona real cerrada”. El escudo fue aprobado oficialmente en enero de 1992, justo cuando el Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicó la Orden que le concedía su carácter de oficialidad. Su simbología es sencilla: el fondo verde en representación de los campos de cereal de la Campiña, la torre de la iglesia de Cabanillas, las ondas de plata y azur del río Henares y la cruz dominica por el antiguo convento asentado en Benalaque.

Mientras, la descripción de su bandera, que cumple la tradición vexilológica, es la siguiente: “Paño rectangular de proporciones 2:3, dividido verticalmente en tres porciones iguales, de color carmesí la que corresponde al asta, blanca la central y verde la del batiente. Lleva sobre la parte blanca el escudo de armas municipal timbrado”. Al igual que el escudo, la bandera de la localidad fue aprobada en 1992, unos meses después, cuando el DOCLM dio oficialidad al acuerdo plenario.

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