El cabanillero Carlos Doncel obtiene el primer premio del Concurso de Belenes en la categoría de domicilios particulares, mientras que la instantánea de su padre, Gustavo Doncel, fue la única finalista en el III Certamen de Fotografía ‘Imagen de Navidad’. Por su parte, el Belén que se pudo admirar en el colegio ‘San Blas’ logró el tercer puesto en la categoría infantil.

Cabanillas del Campo ha dejado el pabellón bien alto en los certámenes que la Asociación Provincial de Belenistas convoca cada año con el objetivo de fomentar un arte que en el municipio cuenta con reconocidos maestros y prometedores discípulos de la talla de Gustavo y Carlos Doncel. Padre e hijo –ambos residentes en Cabanillas– han vuelto a fascinar al jurado por su incontestable talento a la hora de concebir, construir o, incluso, fotografiar un diorama.


En concreto, Carlos Doncel ha obtenido el primer premio del XXIX Concurso de Belenes en la categoría de domicilios particulares, gracias al espectacular nacimiento instalado en la bodega de su residencia cabanillera. Por su parte, su progenitor –y ‘colaborador necesario’ en el montaje ganador– fue el único finalista del III Certamen de Fotografía ‘Imagen de Navidad’, al que optó con una bella instantánea del Belén familiar. Los Doncel parecen abonados al premio, ya que el año pasado fue Carlos quien se proclamó vencedor del concurso fotográfico.


A los reconocimientos que el arte del belenismo ha llevado hasta el hogar de estos cabanilleros, se suma el que ha distinguido el nacimiento instalado en el Colegio Público San Blas; merecedor del tercer premio del Concurso Provincial de Belenes en la categoría infantil.


Belenistas apasionados y trabajadores


A sus 27 años, Carlos Doncel recuerda que fue de niño cuando comenzó a implicarse en la preparación y montaje de belenes tradicionales, siempre en el seno familiar. De buena parte de su pasión tiene la ‘culpa’ su padre, belenista entregado y dotado de esa sensibilidad especial que –aseguran los entendidos en la materia– debe tener el buen artista.


“Todavía me acuerdo de esos primeros belenes que montábamos en casa; con el río hecho de papel albal y las casas más pequeñas que las figuras… Belenes típicos de cualquier hogar del país”, rememora el joven. Pero la inquietud y espíritu creador de los Doncel no tardó en alentar el trabajo en busca de la perfección. “Hasta 2006 no decidimos optar al Concurso Provincial de Belenes. Entonces no obtuvimos premio, aunque la experiencia nos sirvió de acicate para seguir mejorando”, agrega.


Gustavo y Carlos invirtieron meses en intercambiar ideas, en visitar otros nacimientos y en diseñar el Belén con el que concurrirían al Certamen en las Navidades de 2007. “Trabajamos mucho; preparamos un río natural e hicimos las casas a mano y a escala… Aquel Belén marcó la diferencia con lo que hasta entonces veníamos haciendo”. El esfuerzo tuvo su recompensa, y los Doncel lograron el primer reconocimiento –en forma de tercer premio– de los muchos que han distinguido su trabajo durante el último lustro. “Cada año, tal y como marcan las bases del Concurso, diseñamos un Belén original y diferente al de la edición anterior. En esta ocasión, por ejemplo, hemos utilizado unas 30 figuras entre grandes y pequeñas, por lo que nos han sobrado otras tantas. También hemos dejado de utilizar unas 12 casas, pero hemos construido un pueblo más pequeño al fondo con casitas pequeñas para dar sensación de lejanía. Entre las novedades se encuentra también la sustitución del castillo medieval que utilizábamos hasta ahora por un palacio”, explica Carlos.


Padre e hijo comparten la ‘autoría’ de todas las construcciones que forman parte del diorama, elaboradas de manera totalmente artesanal utilizando poliespan. También están hechas con sus manos las palmeras, las fuentes y otros muchos elementos que forman parte de la escena; a excepción de las figuras.


De la obra ganadora destaca especialmente el tratamiento de la luz –con la ayuda inestimable de su padre, Carlos ha cubierto el cielo de estrellas realizadas con fibra óptica– y el verismo y autenticidad de las escenas representadas. “Lo que más valoran las personas que lo han visitado es el realismo del Belén. Te agachas, miras, y parece que estás metido dentro del nacimiento”, sostiene orgulloso el flamante ganador del Concurso de Belenes, que en vísperas de cumplir su treinta aniversario ha registrado récord de participantes.


“Ya tenemos ideas para el año que viene, que iremos desarrollando poco a poco”, desvela Carlos descubriendo el afán de superación que en esto del belenismo parece haber heredado de su progenitor. “Sin duda, uno de las mayores satisfacciones que a mi me aporta es seguir esta tradición y trabajar junto a él”, apostilla.


Eso, y el orgullo de fascinar con su arte a las numerosas personas que desde diciembre desfilan casi a diario por la casa familiar de los Doncel para contemplar la obra ahora premiada. Arte puro hecho con mucho corazón y no menos esfuerzo que todavía están a tiempo de admirar. Si así lo desea, no tiene más que acudir a la calle Murillo número 8, donde las puertas de la casa de los Doncel están siempre abiertas para los amantes del belenismo.

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