Los jardines de la Biblioteca León Gil volvieron a abarrotarse de público en la segunda y última cita de este ciclo 2025, dedicado a la narración oral para adultos
El narrador oral Pep Bruno Galán fue el protagonista de la segunda y última cita del ciclo de «Cuentos Golfos» de este año 2025, en la que ha sido la quinta edición de esta propuesta cultural nacida en el verano de 2021, y mantenida desde entonces en el calendario cultural veraniego de la Biblioteca Municipal León Gil y el Ayuntamiento de Cabanillas del Campo.
Pep, vecino de Cabanillas, ofreció una sesión (creada ex profeso para este ciclo) que tituló «Curas de cuentos». Se trata de una selección de una veintena de historias de las más de 50 que Pep aseguró tener recopiladas con protagonismo de sacerdotes. Algunas eran muy breves y otras un poco más extensas, pero todas extraídas de la tradición oral, esencialmente de zonas de Castilla, La Mancha y Extremadura. Y todas también protagonizadas por curas, sacristanes, capellanes, amas de cura, «sobrinas»… y todos esos personajes que salen directamente del acervo oral popular y que evocaban muy directamente a la más pura tradición de la picaresca e incluso el entremés del Siglo de Oro. Como es habitual en este ciclo, los jardines de la Biblioteca León Gil se abarrotaron una vez más de público para esta sesión de narración oral dirigida a público adulto.
Abrió la velada el teniente de alcalde y concejal de Cultura Luis Blanco, que dio la bienvenida al público y presentó al protagonista de la sesión. Así, Blanco explicó que Pep, además de licenciado en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, y diplomado en Trabajo Social, es narrador profesional desde hace ya más de tres décadas.
Tras la presentación llegó la sucesión de historias, muy divertidas, y que abordaban la clásica sátira popular del estamento eclesiástico, con guiños que iban desde lo burlón a lo escatológico, pasando evidentemente por las infidelidades, las alcobas, las faldas, los engaños y los requiebros de audacia, con apariciones también en ocasiones de esa magia tan habitual en los cuentos populares. Y casi todas ellas con un denominador común a la hora de ubicarse en el tiempo (un claro pasado secular) y en el espacio (fundamentalmente el entorno rural, con presencia de actividades como la agricultura, la ganadería o la caza enmarcando los cuentos).
Así conocimos a curas burladores y burlados; a sacristanes pícaros, historias de sisas de cepillos, cuentos brevísimos casi con forma de chiste, y hasta a un cura que «paría» un bebé, hijo de un obispo. Además, en la mayoría de los casos el narrador contaba también previamente cuál era el origen de cada cuento, dónde lo escuchó (muchas veces en varios lugares diferentes con ligeras variaciones) y quién se lo contó, lo que dotó a la sesión de un doble interés para una concurrencia que salió encantada de esta nueva velada estival al calor de la palabra.