Hidalgos

Formaban parte de la baja nobleza y gozaban de ciertos privilegios como era el de estar exentos de pagar impuestos directos y disfrutar de la mitad de los cargos del Concejo. Otros de los privilegios que gozaban era el de no ser convocados a levas, siendo voluntario y siempre ejerciendo cargos de mando. En el caso de Cabanillas éstos ocupaban uno de los dos oficios de alcalde. Vivían de las rentas que les producían sus tierras, a veces insuficientes para mantenerles. También eran enterrados en el interior de la Iglesia.

La nobleza de Cabanillas estaba formada por hidalgos, destacando en el siglo XVI la familia Esteban Pérez y la familia Loaisa. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII aparecen otros hidalgos como Pedro Martínez (1612), y Francisco Medina y Mendoza (1627) que fue el primer alcalde de la villa de Cabanillas tras su constitución. Hubo otras familias durante los siglos posteriores que gozaron de estos privilegios (se repartían los principales cargos del Consejo), y que se fueron uniendo entre sí (familia Pérez Ocaña, Loaisa y Torres).

Destacaron:

Alonso García de Ocaña que llegó a ser rector de la Universidad de Alcalá de Henares (enterrado en la Iglesia Parroquial) y Nicolás Pérez que fue doctor. En el siglo XVIII muchas de estas familias han desaparecido, destacando la familia Torres.

Destacaron importantes clérigos desempeñando labores docentes como:

  • El maestro Francisco Martínez (1589)
  • El maestro Luis García de Ocaña (finales del XVI)
  • El maestro Juan Pérez (desde 1612 a 1635)
  • El obispo Antonio Sanz Lozano, nacido en 1622 en Cabanillas fue rector de la Universidad de Alcalá de Henares; en 1659 fue nombrado obispo de Cartagena de Indias y de 1680 a 1688 arzobispo de Santa Fe de Bogotá, dejando allí un grato recuerdo como pastor espiritual y constructor de diversas obras importantes.

En cuanto a los curas párrocos que ejercieron su ministerio en Cabanillas destaca el doctor Sancho de Moncada (1609-1616), que fue catedrático de Teología en Toledo a principios de XVII y uno de los arbitristas más importantes de este siglo. Firmó el contrato para realizar las obras de la Iglesia entre él, y el mayordomo de la iglesia, el licenciado Antonio García, con el arquitecto de Madrid Sebastián de La Cana, en 1609. Destaca su interés por la reedificación del hospital de la villa (1609), en el que figura como patrono, junto a Miguel García de Villanueva, como alcalde más antiguo y Alonso Pérez de Estremera, por ser hijo mayor del antiguo patrón.

Su participación en este hospital pone de manifiesto su interés por los problemas que aquejaban a una España empobrecida y donó parte de su testamento al hospital de Toledo. Asimismo fundó una memoria para pobres de esta villa, a la que dotó con varias tierras.

Los pecheros

Al contrario que los hidalgos y el clero, el testamento de los pecheros, también conocido como el de los hombres buenos, estaba obligado a pagar todo tipo de impuestos, directos e indirectos y eran llamados a participar en las levas obligatoriamente, siendo ésta una de las causas del decrecimiento de la población en Castilla. Al mismo tiempo compartían la mitad de oficios dentro del Concejo con los hidalgos, a pesar de que les superaban ampliamente en número.

La mayor parte de la población estaba comprendida en este apartado y dentro de ella el grupo mas numeroso era el integrado por los labradores. Cabe destacar del censo de 1787 con 339 habitantes, el alto número de criados, 45, que hay en Cabanillas, siendo su número de habitantes tan pequeño. No obstante, es muy posible que sirvieran como tales en las numerosas casas pertenecientes a las diferentes fundaciones y en las casas de los hidalgos de la villa.

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